Aceptación del dolor

El camino es la Aceptación

Ps.Mg.Alejandra Rodríguez
Doctoranta © en Psicología

La aceptación es un proceso que toma tiempo, no se logra automáticamente, se van sintiendo diversos afectos y emociones a lo largo de este duro camino, pero necesario de transitar.

La pena, rabia, negación de los diagnósticos son parte de las etapas de este camino. El preguntarse sistemáticamente “el por qué a mi”, es una pregunta natural y comprensible, donde debe permitirse sentir rabia, impotencia y debe expresarse verbalmente sin censura.

Quedar detenidos en la pena o en la rabia, no hace bien. Hay que caminar y transitar hacia el fin del camino que es la Aceptación del dolor, del síntoma, de la enfermedad. Esto no significa que uno esté feliz. Es encontrar paz y tranquilidad teniendo a la base una actitud compasiva.

La aceptación no es lo mismo que la resignación, esta última es un estado de desesperanza frente a la enfermedad o el dolor, que es comprensible sentir, pero que hay que sobreponerse porque es la antesala de la depresión, aumento del dolor y cronificación del mismo.

Resignarse es bajar los brazos y sentirse derrotada o derrotado, es no hacer nada más, es tirar la toalla. Claramente muchas veces nos sentimos así, y hay que permitírselo, podemos estar así, pero no quedarnos ahí. La idea es salir de este estado, porque al quedarnos ahí solo el dolor aumentará.

Aceptar es incluir el dolor como una experiencia que viene a enseñarme, que debo aprender a sacar el sentido, y a entender que es parte del ser humano. Todos sentimos dolor, es impensable no sentirlo. Mientras más me opongo a él, como una resistencia, más se fija en mi vida.

La aceptación implica enfrentar mi dolor, no significa no hacer nada para disminuirlo. Significa que haré lo necesario para disminuirlo, sin apremios, ni ansiedades, ni rabias contenidas.

Según García-Campayo y Rodero (2011), “la aceptación del dolor implica tener contacto con experiencias desagradables o dolorosas sin que esto influya en la conducta, incluso cuando las sensaciones sean intensas, no es necesario ignorarlas, eliminarlas o controlarlas para llevar una vida plena”. La aceptación del dolor permite a las personas mejorar el pronóstico de su dolor y percibir una mejor calidad de vida tanto en el trabajo como fuera de él”.

Extracto del estudio de Ordóñez-Hernández, Cecilia Andrea, Contreras-Estrada, Mónica Isabel, & González-Baltazar, Raquel. (2017). Calidad de Vida Laboral, Catastrofismo y Aceptación del Dolor Crónico Osteomuscular en Mujeres Trabajadoras. Ciencia & trabajo, 19(58), 26-30. México.

El dolor osteomuscular afecta las articulaciones y su musculatura adyacente, en algunos casos suele ser crónico y difícil de manejar y extenderse por periodos prolongados de tiempo. La consecuencia es la limitación del movimiento y la dificultad para la realización de actividades cotidianas y laborales, dando pie a la aparición de afecciones en la salud psicológica, como depresión y ansiedad, que empeoran aún más el dolor.

En este estudio la población estuvo conformada por trabajadoras federales mexicanas con dolor crónico osteomuscular, con consultas subsecuentes por la misma causa y diagnósticos confirmados, que asistieron a un consultorio de los servicios de ortopedia y neurocirugía de un hospital de tercer nivel de la ciudad de Guadalajara en julio de 2014. Fueron 88 las trabajadoras seleccionadas.

Se encontró que la edad promedio es 50,9 +/- 8,8 años, 39,8% realizó estudios superiores, 50% reportó estar casada, 64,7% manifestó tener entre 1 y 3 hijos, 86,4% indicó doble presencia, es decir, realiza las labores domésticas además de trabajar. En cuanto al cargo desempeñado, 34,1 expresó ser docente y 26,1 enfermera. El 52,3% de las mujeres participantes comparte la responsabilidad económica de sus hogares.

Los dolores más prevalentes fueron: artrosis de rodilla (17%), hernia lumbar (12,5%) y hernia cervical y lumbar concomitante (12,5%), los cuales registraron una cronicidad del dolor, en un rango de 6 meses a 31 años con promedio de 5,8 +/- 5,6 años de duración del dolor.

En este estudio, 63,6% de las trabajadoras refirieron un nivel global bajo de aceptación del dolor medido con el cuestionario de aceptación del dolor (CPAQ), validación de la versión española por Rodero, García-Campayo, Casanueva, López, Serrano y Luciano (2010).